LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE GUADALAJARA declaró ayer a instancias del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) una alerta de tsunami tras la catastrófica huelga de magnitud siete en la escala de Richter del Metro de Madrid.
“Según todos nuestros modelos una catástrofe de estas características podría levantar olas de entre veinte y treinta metros en las riberas del Tajo a la altura de Guadalajara”, dijo en declaraciones a El Garrofer el coordinador de Igme Sebastián Rebolledo, quien no descarta que se produzcan intensas réplicas del paro.
La catástrofe llegó sin previo aviso provocando una oleada de pánico entre los madrileños, muchos de los cuales dormitaron en soportales y parques con la esperanza de que al despertar todo hubiera vuelto a la normalidad. “Cuando me levanté todo seguía igual”, dice Jacobo Moya, de 16 años de años, mientras hace auto stop en la calle de Bravo Murillo.
Rebolledo asegura que el epicentro de la repentina huelga ha sido detectado en los reverberantes huevos del portavoz del comité de huelga de Metro, Sir Vicente Rodríguez. “Los tiene de avestruz el muy borde”, dijo Rebolledo sobre el susodicho milord.
“Nos ha pillado a todos por sorpresa”, comenta a este periódico la azafata de congresos Xoxítl Martínez, que lleva deambulando varias horas por las inmediaciones de Plaza de Castilla con los pies embutidos en unos diminutos zapatos de tacón. “No sé si cuando llegue a la oficina aún tendré mi puesto de trabajo”.
En Guadalajara la población ha sido evacuada a las comarcas más elevadas para evitar el flujo y reflujo del hipotético tsunami que se desplazaría desde el Manzanares al Jarama, y de ahí al curso alto del Tajo donde, en caso de producirse, arrasaría poblaciones enteras.
“Mientras Rodríguez siga remitiéndose al Decreto 8/2010”, explica Rebolledo, “sus huevos continuarán secretando huelga”.
elgarrofer.com
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